domingo, 13 de mayo de 2007

Las Guerras Médicas


Las Guerras Médicas.

Se conoce con esta denominación a las luchas que mantuvieron las ciudades griegas contra el Imperio Persa, a principios del siglo V. Tomó esta denominación porque los griegos confundían a medos y persas.
La expansión del Imperio Persa, hacia Tracia, Macedonia y las costas del Asia menor, desató el conflicto,
Ciro, rey de Persia, atacó el reino de Lidia, que estaba bajo la dominación del rey Creso, y que hasta ese momento era un estado estratégico que señalaba el límite de las colonias griegas con el imperio persa. Con la dominación de Lidia, los demás reinos griegos del Asia Menor, fueron dominados por los persas, que les exigieron tributos y hombres para el ejército.
Las ciudades griegas del Asia menor, se rebelaron contra la dominación persa, en el año 500 a. C., cincuenta años después de soportar el yugo invasor.
Las ciudades jonias de Asia, formaron un congreso donde decidieron la rebelión, adoptando una moneda común. Lograron expulsar a los tiranos y se decidieron a atacar Sardes, capital de la satrapía de Asia Menor. Allí no tuvieron el éxito esperado, y huyendo hacia la costa, los rebeldes fueron derrotados cerca de Efeso.
Como castigo, la mayor ciudad griega del Asia Menor, Mileto, fue impiadosamente arrasada, y otras ciudades corrieron suerte parecida.
Varias polis griegas, entre ellas Atenas, apoyaron a los rebeldes, ya que ellos mismos se sentían amenazados ante el avance persa, sobre todo en el control de las rutas comerciales que los comunicaban con las costas del mar Negro, de donde obtenían, sobre todo, trigo.
Ante su victoria, los persas, una vez sofocada la rebelión, decidieron vengarse de la entrometida Atenas, que había colaborado con los sediciosos.
Los persas arribaron a las costas del Ática, en el año 490 a. C., siendo mucho más numerosos que los atenienses, sin embargo, éstos se impusieron en la batalla de Maratón, que se desarrolló del siguiente modo:
El ejército persa, a las órdenes de Mardonio avanzó en forma implacable, pero los griegos se resistieron a la rendición, apoyados en las estrategias de Milcíades, que conocía la forma de lucha de los persas.
Los persas conquistaron Eretria, luego de desembarcar en Eubea, y por tierra avanzaron hasta la llanura de Maratón. Los atenienses resistieron y mandaron a un mensajero solicitando la ayuda espartana, que no llegó a tiempo.
Milicíades, a cargo del ejército griego, atacó al amanecer, con sus hombres formados en forma de pinza, o sea, con el centro debilitado y concentración de fuerzas en los flancos, con el fin de encerrar a sus enemigos. Con total éxito, los griegos se impusieron y los persas que lograron escapar, se dirigieron hacia Atenas, con la esperanza de hallarla indefensa, pero los atenienses habían llegado primero y defendieron la ciudad, lo que obligó a los persas a retirarse.
Tras diez años de tensa calma, los persas avanzaron nuevamente sobre el territorio griego, esta vez, bajo el mando de Jerjes, sucesor de Darío.
Los griegos, en el intervalo, habían podido ampliar y armar una poderosa flota, merced a haber hallado un yacimiento de plata en Larium, y los espartanos fortificaron el istmo, como defensa del sur del territorio.
Para resistir el ataque persa, treinta y un estados griegos se reunieron en un congreso en el istmo de Corinto, presidido por Esparta, donde acordaron luchar unidos hasta el fin.
Bajo el mando de Esparta, las ciudades griegas, se dirigieron al desfiladero de las Termópilas, donde lograron detener a los persas por el lapso de dos días, hasta que fueron traicionados por Efialtes, que condujo a los persas por un camino secreto hasta la retaguardia griega. Los espartanos se defendieron heroica pero inútilmente, hasta morir, y los persas siguieron avanzando hacia Atenas por tierra y por mar.
Al principio, la guerra pareció favorecer a los invasores, cuya fuerza terrestre era imposible de detener, y Atenas resultó incendiada y devastada. Sus moradores ancianos, mujeres y niños, habían sido trasladados a islas cercanas. Sin embargo, la batalla naval de Salamina, significó un importante triunfo para los griegos, que se habían apoyado en la superioridad de su flota, y alentados por el éxito, y con la ayuda de los espartanos, vencieron a los persas en forma definitiva, obligándolos a replegarse a la zona del Asia Menor.
Todavía debió librarse, un año más tarde una nueva batalla, donde Esparta se impuso en Platea.
Consecuencias de las Guerras Médicas:
Dos estados griegos, habían cobrado inmenso prestigio tras estas guerras: Atenas, vencedora de Maratón y Salamina, y Esparta, su gran aliada, y vencedora en Platea.
Como el peligro continuaba latente, las ciudades-estado griegas, conformaron con fines defensivos, la Liga de Delos, constituyendo un fondo común en la isla de Delos, guardado en el templo de Apolo, formado por aportes anuales de cada polis.
La Liga estaba dirigida por jefes atenienses, lo que fue utilizado para lograr el predominio de Atenas. El tesoro de la Liga, fue trasladado desde Delos hacia Atenas, con el aparente motivo de una posible invasión persa, pero a partir de entonces, esos fondos fueron utilizados en beneficio de la ciudad de Atenas, que se embelleció y ejerció su influencia sobre el resto de las polis integrantes de la Liga, que tomaron su modelo de gobierno de democracia directa y su moneda. También logró el predominio económico al controlar las rutas comerciales hacia el mar Negro.
Esparta, no formaba parte de la Liga, y había formado una propia, la liga del Peloponeso, compitiendo ambas por el predominio griego.
Luego de las Guerras Médicas el Imperio persa se debilitó y permitió su conquista por Alejandro de Macedonia en el año 330 a. C.

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